El origen de muchos de los problemas de los dientes de los niños, proviene de malos hábitos realizados desde que son muy pequeños, además de no seguir unas normas básicas sobre la limpieza bucal.

La mejor forma de evitar los malos hábitos es ser conscientes de su existencia.

Chuparse el dedo y usar el chupete cuando son mayores
La presión continuada del dedo en el cielo de la boca deforma el paladar.
Si el hábito se abandona pronto lo normal es que el paladar recupere su forma original de manera espontánea solo con el crecimiento. Si el niño sigue chupándose el dedo pasados los cuatro años, tiene más posibilidades de necesitar ortodoncia en el futuro.
Con el chupete también se ejerce una presión continua en el paladar superior con los mismos resultados.

Chuparse el dedo

Para conseguir que dejen de chuparse el dedo o abandonen el chupete, la educación y la paciencia suelen ser más efectivas que cualquier líquido de sabor desagradable. Los métodos como impregnar el dedo con un líquido amargo o recriminar insistentemente esta costumbre pueden ser ineficaces. No obstante, cada niño es diferente, y unos métodos funcionan para unos y para otros no.

Untar el chupete en azúcar o miel
Aunque cada vez es menos frecuente, aún existe la costumbre de mojar el chupete en azúcar o miel para calmar a los más pequeños. Es una mala costumbre que puede generar numerosas caries infantiles.

Dieta con exceso de azúcares
Tanto los azúcares refinados como los alimentos muy ácidos (ciertos zumos de frutas, por ejemplo), ponen en peligro la salud de los dientes. A partir de los tres años podemos sustituir las golosinas por frutos secos.
Es mejor darles la fruta entera porque tiene menos azúcares y ayuda a la autolimpieza de la boca.

Dejar que se duerma con el biberón
Además de deformar el paladar, puede dar lugar a caries irrestrictivas. Esta caries “del biberón” se reconoce porque aparece en la mayoría de los dientes, y hace que toda a boca presente un color negruzco. Se debe a que el contenido del biberón suele ser dulce o azucarado y se queda toda la noche en la boca. Tiene difícil solución por lo que es imprescindible prevenirla.

Darles toda la comida triturada
Morder supone un masaje y un estímulo para la encía, y un entrenamiento para los músculos de la cara y la lengua. Introducir los sólidos demasiado tarde es contraproducente para el correcto desarrollo de la boca del niño.
Hay que empezar a darle sólidos desde que aparece el primer diente, para que pueda utilizar los músculos de la masticación y su boca se desarrolle normalmente.

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