Cuando nuestros hijos van creciendo, entre otras cosas, llega un momento en que también va cambiando el calzado. Pasamos de que todos sus zapatos y zapatillas vayan atados con velcro, a que poco a poco lleven cordones.
Al principio para ellos es una novedad, y para nosotros una confirmación de que van creciendo, pero, también un trabajo extra para todos.
Y es que la frase: «Papá o mamá, ¿me atas los cordones?«, con el tiempo se va convirtiendo en una pequeño «tormento», hasta que un día con paciencia nos decidimos a enseñarle a atarse los cordones de las zapatillas.
Pero, ¿cómo le enseñamos a hacerse la lazada?.
A mí lo que mejor resultado me ha dado es enseñárselo con el siguiente cuento. Una vez que tenemos hecho el primer nudo (el sencillo), y tenemos un extremo del cordón en cada mano comenzamos:
– «Había una vez un árbol en el bosque» (cuando hacemos el primer lazo)
– «Un día un conejito dio la vuelta alrededor de él» (cuando rodeamos el lazo con el otro cordón)
– “Encontró una madriguera y se metió sin dudar” (cuando metemos el cordón por debajo del lazo)
– “Pero como era pequeñito necesitó ayuda y por eso tiro, tiro y tiro” (cuando tiramos para apretar el nudo).
Como casi siempre, paciencia, paciencia. Y tampoco nos precipitemos. El niño tiene que tener desarrollada su motricidad fina de sus manos y dedos para que sea capaz de hacerlo. Si es demasiado pequeño solo conseguiremos frustrarnos, y lo que queremos es que él aprenda y que, al menos al principio, disfrute haciendo la lazada como si fuese un juego.